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Feedback gevenLo encontramos por casualidad, perfecto para un café y tostadas con tomate y aceite en la terraza que tiene en una plaza de joto frente. Muy buen trato.
Un oasis vintage en el corazón de la isla, lejos de los complejos turísticos y la oferta prêt à porter que encontrarías en cualquier lugar de sol y playa. Cocina sencilla, a la vista, para gente sin prisa que es capaz de charlar mientras llegan las viandas. El risotto y las albóndigas exquisitos y la tabla de primavera toda una degustación sencilla de ensaladas, quesos y embutidos. Merece la pena probar los postres, nosotros, entre cuatro, pudimos degustarlos todos. Solo la fachada, con decoración art decó a la menorquina, es ya un anuncio del interior dividido en tres ambientes. El bar conserva el aire de las tascas de otro siglo adornado con pequeños tesoros vintage. Cuenta con un salón con chimenea que seguro es una delicia en los ventosos inviernos menorquines y un patio- huerto en el que cenar a la fresca en verano. Y, como siempre en Menorca, lo mejor las personas que hacen posible rincones así.
Un local muy peculiar atendido por un Francés muy simpático con muy buen sentido de humor. Muy educado y que te recomienda buena comida y bebidas.
Un rincón a visitar. Comida exquisita, opción vegetariana. Seleccion de productos con ojo. Su decoración original te hace que te sientas muy comoda.... si vas a la Isla, no puede faltar.
Nunca imaginé que un pequeño bar pudiera ofrecer delicias así. Tuvimos que esperar un poco porque el barman-cocinero estaba solo, pero valió la pena: quiche vegetal, lasaña de alcachofa y crepes de queso brie, espinacas y jamón... todo acompañado de una maravillosa ensalada. Y lo más importante: ¡los niños los adoraron!