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Feedback gevenLa subida al pueblo de Galipán siempre es amable. El clima cambia a favor del abrigo, dejando atrás el calor, los pinos decoran el camino sinuoso y los caracas se observan desde arriba, tanto que dan ganas de regresar. Esta ciudad enclavada en las montañas de Ávila tiene la particularidad de albergar entre sus senderos prodigiosas manos que aprendieron a vivir de lo que la tierra les dio, por lo que los aromas se vuelven presentes en cada curva, invitando a seguir uno de esos olores que llevan al comensal directamente a la entrada de la posada, donde no solo se disfrutan de los colores y la excelente gastronomía de su restaurante, sino también de una pequeña panadería. Desde la madrugada se recolectan hierbas que se siembran en casa, siendo los ingredientes clave de sus productos. El verde se mezcla con la masa blanca que se va redondeando y colocando en bandejas. En cuestión de minutos, las figuras comienzan a verse esponjosas y los olores que atraen a los comensales empiezan a desprenderse. La gente se acerca preguntando qué cocinan en ese pequeño rincón, Galipán Deli es una pequeña panadería artesanal situada en las montañas que le dan su nombre. Sin muchas pretensiones, Johan Toro, su hermosa pareja Luisa y su personal trabajan aquí, haciendo creaciones que tienen el privilegio de estar tan cerca del cielo, asegurando que hasta los ángeles vendrían a disfrutar con ellos.
La subida al poblado de Galipán siempre es acogedora. El clima cambia a uno más fresco, dejando atrás el calor, los pinos adornan la carretera sinuosa y Caracas se ve tranquila desde arriba, tanto que dan ganas de bajar de nuevo. Este pueblo enclavado en las montañas de Ávila tiene la particularidad de albergar entre sus sendas manos prodigiosas que aprendieron a vivir de lo que les daba la tierra, por eso los aromas van haciéndose presentes en cada curva, invitando a seguirlos. Uno de esos olores guía al comensal hasta la Posada Miradas, donde ya no solo llaman la atención sus cabañas de colores y la excelente gastronomía de su restaurante, sino también un pequeño negocio en la parte baja del edificio que abrió sus puertas en noviembre para complementar la oferta de la montaña. Allí un joven que aún no ha cumplido los treinta años siente que ha logrado su sueño. Desde la madrugada recolecta hierbas que siembra en su casa. Estos son los ingredientes clave de su producto. El verde se mezcla con la masa blanca que se va redondeando y colocando en bandejas. En cuestión de minutos, se ven en los hornos las figuras inflándose y liberando los aromas que atraen a los comensales. La gente llega preguntando qué se cocina en ese pequeño lugar. Galipán Deli es una pequeña panadería artesanal ubicada en las mismas montañas que le dieron su nombre. Sin grandes pretensiones, Johan Toro, su socia Luisa Bello y su personal realizan aquí sus creaciones, diciendo que se sienten privilegiados por la cercanía que tienen con el cielo, asegurando que incluso los ángeles vienen a amasar con ellos.